La muda distancia


Hablan seriamente, pero en calma. ¿Discuten? Parece. Él mira con cara de indolencia. Sus labios están sellados. Ella no levanta la voz, pero todos sus gestos demuestran que está dejando claro su punto. Hay distancia aunque evidentemente están vinculados. Ella, hablando rápido todavía y sumando las leves negaciones con su cabeza y los ademanes seguros de sus manos, pone entre los dos una llave. Se la entrega, quizás se la devuelve. ¿una casa, un auto, la llave de un amigo? Él se detiene un segundo en el objeto que espera inerte en el aire. Alguien sale del edificio y ella le dedica una sonrisa y un saludo. Vuelve su rostro serio hacia él quien finalmente toma la llave. La despedida es breve y con la misma distancia entre ellos. Por fin ella entra. Él la mira desde afuera, nunca dijo nada, nunca mostró sorpresa o decepción. Ella llama al ascensor y ambos se miran vidrio de por medio. Acaso espera una reacción violenta, una lágrima, un signo de desesperación. Cada uno sigue su rumbo. Se dan la espalda, ausentes. Antes de cruzar la avenida, él mira hacia el suelo, las zapatillas, el ánimo, el recuerdo de los ojos de ella, sopesa sus palabras, aprieta las llaves en el bolsillo, contiene el aire y se lanza, ahogado y solo al camino. 

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